Un buen día para comprometerse con la verdad y la justicia

 

Este día hay mucho que agradecer. En primer lugar, a Dios, a la vida, también a la Universidad, a los catedráticos, a los compañeros, a tanta gente. Sin duda, este sábado quedará grabado en ustedes, queridos graduandos y graduandas, como un día muy especial. Disfrútenlo, celébrenlo porque se lo merecen, ya que les ha costado mucho esfuerzo. Pero quiero aprovechar este momento para hacer un reconocimiento específico. Y es que después de estar en no pocos actos de graduación, estoy convencido de que este día es tan especial para quienes se gradúan como para sus padres y madres, o para quienes han estado en su lugar apoyándolos. Sus rostros expresan agradecimiento, satisfacción, orgullo, y nos dicen: “Valió la pena tanto esfuerzo, no fue en vano mi sacrificio”. Queridos padres y madres, abuelas y abuelos, este triunfo también es de ustedes. Por eso, disfrútenlo, porque también se lo merecen.

Dicen que hay dos grandes regalos que los padres pueden legar a los hijos. Uno son las raíces; el otro son alas. Ahora, muchachos y muchachas, es tiempo de volar. Permítanme decirles que lo más importante es lo que viene de ahora en adelante, lo que hagan con sus vidas en el futuro. Ustedes han estudiado en una universidad de la Compañía de Jesús, una universidad jesuita. Por ser universidad se les ha pedido mucha dedicación al estudio, a la investigación, a la aplicación y a diversos servicios que han prestado a lo largo de su carrera, de manera que sean los mejores profesionales en su campo, que sean competentes. El adjetivo “jesuita” hace referencia también a que hemos pretendido formarlos integralmente, haciéndolos personas conscientes de la realidad en la que trabajarán, compasivos con el que sufre y comprometidos con ayudar a transformar esa realidad para hacer de nuestro país y del mundo un lugar más humano y con más justicia. La meta de la UCA es formar hombres y mujeres que no vivan solo para sí mismos, sino para los demás. Personas que no conciban el amor a Dios sin amor a los seres humanos; un amor eficaz que tiene como primer postulado la justicia, la única garantía de que nuestro amor a Dios no sea una farsa.

Como universidad también nos sentimos orgullosos de haberlos acompañado en esta etapa. Pero, como nos dijo un padre general de los jesuitas, el padre Peter Hans Kolvenbach, el auténtico criterio para evaluar si hemos cumplido nuestra misión no es lo que ustedes terminen haciendo, ni lo que terminen teniendo, sino lo que ustedes terminen siendo en sus vidas y la responsabilidad con la cual trabajen en el futuro a favor de sus prójimos y del país. Si el mejor criterio para evaluar nuestro trabajo es lo que nuestros graduados y graduadas terminan siendo, nos sentimos orgullosos por dar al país no solo excelentes profesionales, sino también buenas personas, buenos esposos, esposas, padres y madres; buenos ciudadanos; personas comprometidas y solidarias con los que más sufren. Pero también nos cuestionamos y nos sentimos llamados a la reflexión cuando algunos de nuestros graduados no terminan precisamente del lado de los más sufridos, ni de la verdad, ni de la justicia.

Por ello, los invitamos a no olvidarse de los principios y valores que hemos tratado de compartirles aquí. Todo el conocimiento que han adquirido estos años es valioso en sí mismo, pero ese conocimiento tiene que preguntarse constantemente a favor de quién y en favor de qué está. Sabemos que no es fácil, porque van a un mundo muy complejo, una especie de selva globalizada cuya ley primordial es el “tanto tienes tanto vales” y que privilegia al que sabe más. Van a un país que vive un momento histórico, en el que muchas veces prevalece la mentira sobre la verdad, la prepotencia sobre la humildad y la corrupción sobre la honestidad. Eso hace que el ideal de éxito de muchos profesionales, de muchas universidades y a veces de muchos padres y madres es que los graduados aseguren uno de los relativamente escasos y disponibles puestos de trabajo lucrativos. Por supuesto, esperamos y deseamos que tengan éxitos profesionales en su vida, pero que estos no lleguen a costa de sacrificar principios y valores, que son los que realmente los harán felices y posibilitarán que su vida tenga sentido.

Nuestro empeño ha sido formarlos integralmente para que sean personas plenas. En estos tiempos, una persona no podrá ser plena sin una conciencia instruida de la sociedad y de la cultura. La persona plena debe tener una solidaridad bien informada e inteligente. En este mundo de la superficialidad, de las opiniones sin fundamento, donde el pensamiento crítico parece esconderse, es necesario que ustedes, al igual que nosotros, estén más alertas. Procuren no hacer en su vida nada que les avergüence, nada por lo que tengan que esconderse. No se les olvide que mientras más sencilla y humilde es una persona, más es su grandeza. Ustedes son unos privilegiados. Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2019, solo el 4% de los salvadoreños tiene título universitario. Que este privilegio no sirva para ver de menos a nadie, sino para servir más, sobre todo a los que no tuvieron ni tienen la oportunidad de ustedes. Actúen siempre con honestidad, aunque vayan contra la corriente, para que puedan llegar al final de sus días con la frente en alto.

“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, dijo el filósofo español Ortega y Gasset. Creo que, en estos tiempos, la filosofía detrás de estas palabras es fundamental. Ustedes no son ustedes solos, lo son con sus circunstancias. Son ustedes con un país con una tremenda crisis fiscal, política, ambiental y social. Si este país no se salva, nos irá mal a la mayoría. Por eso, además de los conocimientos profesionales que ahora tienen, hemos intentado ayudarles a pensar. No queremos que piensen como nosotros, solo queremos que sigan pensando, que sean ustedes y no se dejen llevar por lo que está de moda. Usen su propia razón. El pensamiento crítico y el compromiso con el cambio social son imprescindibles para el desarrollo de nuestro país.

Hoy es un día para dar gracias y para agradecer. Creemos que también es un buen día para comprometerse con la verdad y la justicia.

Felicidades a todos y todas.

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Omar Serrano
Vicerrector de Proyección Social

 

 

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
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