A poner en práctica los conocimientos aprendidos para contribuir al bien común

 

Quiero empezar leyendo un versículo de las sagradas escrituras: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. En esta hora, es un honor poder decir que estamos cumpliendo el sueño de graduarnos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, la mejor universidad de El Salvador, la cual ha venido formando profesionales íntegros con calidad académica y moral.

Ha llegado el momento de recoger la cosecha de nuestros esfuerzos. El tiempo pasa volando cuando la mente está inmersa en lograr un objetivo. A pesar de lo difícil que ha sido el camino, hemos llegado a la meta, y ello es motivo para sentir una felicidad y satisfacción enormes. Esta fecha quedará grabada en nuestra mente y corazón. Al ver atrás, podemos decir que cada segundo durante esta carrera valió la pena.

A lo largo de estos cinco años, vivimos experiencias inolvidables. Algunas llenas de felicidad y otras de tensión y tristeza. Por ejemplo, recuerdo el primer examen corto de Matemática I. El ambiente en el aula era de miedo; en mi caso, me temblaba la mano al escribir mi nombre en la papeleta. Conforme avanzábamos en nuestras carreras, íbamos formando nuestros grupos de trabajo, con los cuales se colaboró a muerte. Tuve suerte de formar parte de un esforzado grupo. Nos apoyábamos el uno al otro. A pesar de que sufríamos, no dormíamos y a veces no hallábamos ni cómo empezar, logramos terminar y entregar cada proyecto exitosamente. Les aseguro que las risas no faltaron, con independencia del desafío que tuviéramos enfrente.

A veces el desánimo tocaba la ventana y te decía que ya no siguieras adelante. Ahora es asombroso poder afirmar que hasta los desánimos nos hicieron más fuertes para superar cada obstáculo. Caímos un millón de veces, pero nos levantamos en cada una de ellas. Todos los que estamos aquí sabemos lo arduo que ha sido lograr este sueño. Por esa razón, es necesario celebrar este preciado logro junto a las personas que estuvieron con nosotros.

En este momento, debemos recordar y agradecer a cada familiar que fue nuestro soporte; a cada catedrático o catedrática que nos transmitió su conocimiento y dedicó tiempo a explicarnos hasta que entendíamos a la perfección; a cada compañero que estuvo en las buenas y en las malas. También debemos dar gracias hasta el cielo a las personas que se nos adelantaron, las cuales también se merecen este título. Y cómo no agradecer al Creador que permitió que llegara este día. Desde el vientre de nuestra madre, él ya tenía un plan perfecto y un propósito para nosotros. Ahora se ha cumplido parte de ese plan.

Estoy seguro que cada familiar y amigo que se encuentran presente en este evento está gozando esta experiencia. Este logro es de ustedes también. Disfrutemos cada segundo; esto no es de todos los días. Ahora bien, en esta tarde, como graduados adquirimos un gran compromiso con la sociedad, porque ahora está en nuestras manos el futuro de este país y de nuestras familias. Es momento de ser parte del desarrollo.

Somos una generación de relevo, dispuesta a poner en práctica todos los conocimientos y valores aprendidos para contribuir al bien común. Estamos llamados a crear cosas que superen la imaginación; somos los escogidos para alcanzar lo imposible. Así que abramos fronteras, comprometámonos a derribar cualquier barrera mental y social. Ahora tenemos un gran poder, lo que implica una gran responsabilidad, ante todo.

Termino con la siguiente frase de Albert Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación rodea al mundo”. Gracias.

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Marlon Josué Hernández Amaya
Ingeniería Eléctrica

 

 

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
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